Abuelo Miguel.

Una reunión familiar, en casa de mis padres.

Las mujeres se encargan de la comida, yo estoy sentado en la cocina, mirando a mi viejo grabar la copia de una llave. Me da la impresión de que algo está haciendo mal, entonces, con bastante poca humildad le doy alguna sugerencia sobre cómo sería mejor hacerlo. Algo sale mal, él se enoja. Empieza a gritar y maldecir.

Yo me entristezco y el abuelo empieza a hacer algo.

Dice que se va a meter a la pileta.

Mi papá le dice que no, que él no puede, que está enfermo. Todos intentan detenerlo.

El abuelo sale, sube las escaleritas de la pileta, y así nomás, con pantalones de vestir y camisa, entra al agua. Le llega hasta la panza. Apenas llega al centro del agua, me mira.  Nunca voy a olvidar esa mirada: Decía algo parecido a "Un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer."

En ese momento ocurre algo totalmente mágico: El sol se acelera, se pone y aparece la luna, y empiezan a cruzar por el cielo acelerados. El amanecer y el ocaso van pasando uno atrás del otro. Las luces cambian una y otra vez. El clima también: llueve, se despeja, hay tormentas, arcoiris. Todos los colores posibles, todos los ángulos de luz ocurren allí.

Entonces recuerdo que mi abuelo no está enfermo, sino muerto.

Despierto feliz de haber podido volver a verlo.

1 comentario:

  1. Hermoso sueño. Te comento, eso de el sol y la luna aceleradísimos dando vueltas sin parar al rededor de la Tierra, lo soñé exactamente así, nada más que en mi sueño había terremotos y se avecinaba el fin del mundo.. Yo andaba en bicicleta por las calles apocalípticas y estaba feliz.

    ResponderEliminar